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Dentro de los más de 600 hospitales católicos en todo el país, no se puede encontrar ni una sola monja ocupando una oficina ejecutiva, según la Catholic Health Association.
Las monjas fundaron y dirigieron esos hospitales con la misión de atender a personas enfermas y pobres, aunque algunas también eran líderes empresariales astutas. La hermana Irene Kraus, ex directora ejecutiva del Sistema Nacional de Salud de las Hijas de la Caridad, fue famosa por acuñar la frase “sin margen, no hay misión”. Esto significa que los hospitales deben tener éxito —generando suficientes ingresos para superar los gastos— para cumplir con su misión original.
La Iglesia Católica aún regula la atención que se brinda a millones de personas en estos hospitales cada año, usando directrices religiosas para prohibir abortos y limitar anticonceptivos, fertilización in vitro y asistencia médica para morir.
Pero con el tiempo, ese enfoque en los márgenes llevó a los hospitales a transformarse en gigantes que operan subsidiarias con fines de lucro y pagan millones a sus ejecutivos, según informes fiscales de los propios hospitales. Estas instituciones, algunas de las cuales son empresas lucrativas, ahora se parecen más a otras megacorporaciones que a las organizaciones benéficas que supieron ser.
La ausencia de monjas en los cargos principales plantea la pregunta, dijo M. Therese Lysaught, teóloga moral católica y profesora de la Universidad Loyola en Chicago: “¿Qué significa ser un hospital católico cuando la empresa se ha comercializado tan profundamente?”.
El área de St. Louis sirve como la capital de facto de los sistemas de hospitales católicos. Es hogar de tres de los más grandes, junto con el brazo de cabildeo de hospitales católicos. El catolicismo está profundamente arraigado en la cultura de la región. Durante la única visita del Papa Juan Pablo II a Estados Unidos en 1999, celebró una misa en el centro de la ciudad en un estadio lleno con más de 100,000 personas.
Durante un cuarto de siglo, la hermana Mary Jean Ryan dirigió SSM Health, uno de esos sistemas gigantes con sede en St. Louis. Ahora retirada, a sus 86 años, dijo que fue una de las últimas monjas en el país en liderar un sistema de hospitales católicos.
Ryan creció en una familia católica en Wisconsin y se unió a un convento mientras estudiaba enfermería en los años 60, sorprendiendo a su familia. Admiraba a las monjas con las que trabajaba y sentía que estaban viviendo un propósito superior.
“Eran muy impresionantes”, dijo. “No es que necesariamente me gustaran todas”.
De hecho, las monjas que dirigían hospitales desafiaban la imagen simplificada que a menudo se les atribuye, escribió John Fialka en su libro “Sisters: Catholic Nuns and the Making of America”.
“Sus contribuciones a la cultura estadounidense no son pequeñas”, escribió. “Mujeres ambiciosas que tenían las habilidades y la resistencia para construir y dirigir grandes instituciones encontraron en el convento la primera y, durante mucho tiempo, la única vía para desarrollar sus talentos”.
Esto fue muy cierto para Ryan, quien ascendió de enfermera a directora ejecutiva de SSM Health, que hoy tiene hospitales en Illinois, Missouri, Oklahoma y Wisconsin.
El sistema se fundó hace más de un siglo cuando cinco monjas alemanas llegaron a St. Louis con $5. La viruela azotaba la ciudad y las Hermanas de Santa María caminaban por las calles ofreciendo atención gratuita a los enfermos.
Sus esfuerzos iniciales crecieron hasta convertirse en uno de los sistemas de salud católicos más grandes del país, con ingresos anuales que superan los $10 mil millones, según una auditoría de 2023. SSM Health atiende a pacientes en 23 hospitales y es co-propietaria de una gerenciadora de beneficios farmacéuticos con fines de lucro, Navitus, que coordina recetas para 14 millones de personas.
Pero Ryan, como muchas monjas en roles de liderazgo en décadas recientes, se enfrentó a una crisis existencial. A medida que menos mujeres se convertían en monjas, tuvo que asegurar el futuro del sistema sin ellas.
Cuando Ron Levy, quien es judío, comenzó como administrador en SSM, se negó a dirigir una oración en una reunión, recordó Ryan en su libro “On Becoming Exceptional”.
“Ron, no te estoy pidiendo que seas católico”, recordó diciéndole. “Y sé que solo llevas dos semanas aquí. Así que, si te gustaría que fueran tres, te sugiero que estés preparado para orar la próxima vez que te lo pidan”.
Levy trabajó en SSM por más de 30 años, rezando desde entonces, escribió Ryan.
En los hospitales católicos, las reuniones aún suelen comenzar con una oración. Los crucifijos adornan los edificios y las habitaciones de los pacientes. Las declaraciones sobre su misión en las paredes de las instalaciones de SSM recuerdan a los pacientes: “Revelamos la presencia sanadora de Dios”.
Por encima de todo, la fe católica llama a sus hospitales a tratar a todos, independientemente de su raza, religión o capacidad de pago, dijo Diarmuid Rooney, vicepresidente de la Catholic Health Association. Ninguna monja dirige los hospitales miembros del grupo de cabildeo, según el grupo. Pero la misión que motivó a las monjas es “lo que nos motiva ahora”, dijo Rooney. “No son solo palabras en una pared”.
La Catholic Health Association insta a sus hospitales a autoevaluarse cada tres años sobre si están cumpliendo con las enseñanzas católicas. Creó una herramienta que evalúa siete criterios, incluyendo cómo un hospital actúa como extensión de la iglesia y atiende a pacientes pobres y marginados.
“No nos basamos en rumores sobre si la identidad católica está viva y bien en nuestras instalaciones y hospitales”, dijo Rooney. “Realmente podemos ver en una escala dónde se encuentran”.
La asociación no comparte los resultados con el público.
En SSM Health, “nuestra identidad católica está profunda y estructuralmente arraigada” incluso sin una monja a la cabeza, dijo el vocero Patrick Kampert. El sistema reporta a dos juntas. Una funciona como una típica junta directiva empresarial, mientras que la otra asegura que el sistema cumpla con las reglas de la Iglesia Católica. La iglesia requiere que la mayoría de esa junta de nueve miembros sea católica. Tres monjas sirven actualmente en ella; una es la presidenta.
Kampert explicó que, por separado, SSM también debe presentar un informe anual al Vaticano detallando la forma en que “profundizamos nuestra identidad católica y avanzamos el ministerio de sanación de Jesús”. SSM declinó proporcionar copias de esos informes.
Desde una perspectiva empresarial, sin embargo, es difícil distinguir un sistema de hospitales católicos como SSM de uno secular, dijo Ruth Hollenbeck, ex ejecutiva de Anthem que se retiró en 2018 tras negociar contratos de hospitales en Missouri. En los contratos, dijo, la diferencia se reducía a un solo párrafo que decía que los hospitales católicos no harían nada contrario a las directrices de la iglesia.
Para retener el estatus de exención de impuestos bajo las reglas del IRS, todos los hospitales sin fines de lucro deben proporcionar un “beneficio” a sus comunidades, como atención gratuita o a precio reducido para pacientes con bajos ingresos. Pero el IRS ofrece una definición amplia de lo que constituye un beneficio comunitario, lo que permite a los hospitales justificar su exención de impuestos.
En promedio, los hospitales sin fines de lucro del país reportaron que el 15,5% de sus gastos anuales en 2020 se destinaron a beneficios comunitarios, según la Asociación Americana de Hospitales.
SSM Health, incluyendo todas sus subsidiarias, destinó proporcionalmente mucho menos que el promedio de la asociación para hospitales individuales, asignando aproximadamente la misma proporción de sus gastos anuales a esfuerzos comunitarios durante tres años: 5.1% en 2020, 4.5% en 2021 y 4.9% en 2022, según un análisis de KFF Health News de sus declaraciones de impuestos e informes financieros auditados más recientes.
Un análisis separado del grupo de expertos Lown Institute colocó a cinco sistemas católicos —incluido Ascension en la región de St. Louis— en su lista de los 10 sistemas de salud con los mayores déficits de “cuota justa”, lo que significa que reciben más exenciones fiscales de lo que gastan en la comunidad.
Y Lown dijo que tres sistemas de salud católicos de la zona de St. Louis —Ascension, SSM Health y Mercy— tuvieron déficits de cuota justa de $614 millones, $235 millones y $92 millones, respectivamente, en el año fiscal 2021.
Ascension, Mercy y SSM cuestionaron la metodología de Lown, argumentando que no toma en cuenta la diferencia entre los pagos que reciben por los pacientes de Medicaid y el costo de atenderlos. Las declaraciones de impuestos del IRS sí lo hacen.
Sin embargo, Kampert dijo que muchos de los beneficios que SSM brinda no están reflejados en sus declaraciones de impuestos del IRS. Los formularios reflejan “cálculos muy simplistas” y no representan con precisión el verdadero impacto del sistema de salud en la comunidad, observó.
Hoy en día, SSM Health es dirigido por la veterana ejecutiva Laura Kaiser. Su compensación en 2022 fue de $8.4 millones, incluyendo pagos diferidos, según su declaración de impuestos del IRS. Kampert defendió la cantidad como necesaria “para retener y atraer al candidato más calificado”.
En contraste, SSM nunca le pagó un salario a Ryan, otorgando en su lugar una contribución anual a su convento de menos de $2 millones al año, según algunas declaraciones fiscales de su largo mandato. “No ingresé al convento para ganar dinero”, aclaró Ryan.